La desesperada situación laboral pasa factura y mientras unos recorren los comercios, empresas y la red sin descanso en busca de trabajo, otros lo hacen de una manera un tanto peculiar: vendiendo su cara a la publicidad. De eso ha sabido sacar provecho el alemán Uwe Troeschel, ofreciendo su cara como soporte publicitario.
Pero hay casos, eso sí, menos extremos. Más allá de la propia piel, queda claro que los medios se amplían, las plazas y centros comerciales en abierto se convierten en escenarios y los hombres anuncio no sólo son meros soportes. El austero cartel colgado de un humano mientras recorre las calles ha perdido fuerza auqneu aún se vea de vez en cuando. Y, además, ahora los disfraces, los bailes, y la interacción toman el relevo. Hablamos de casos particulares, destacamos algunas opiniones de expertos y señalamos diversas técnicas que empiezan a funcionar, como el ‘flashmob‘.
Publicidad “por la cara”
Cuando la competencia aumenta y la demanda disminuye, el mundo de la publicidad se convierte en unsalvavidas imprescindible para no caer, una lección muy bien aprendida por el alemán Uwe Troeschel, que ofrece su cara como soporte publicitario. Y es que, para él, “si no hay trabajo, habrá que crearlo”, asegurando en declaraciones al periódico ‘Bild‘ que “la necesidad es la madre de la invención”, para justificar el por qué de su propuesta de negocio.
Lo tiene todo bien desglosado según el valor económico del lugar donde se sitúe el tatuaje. De este modo, la frente costaría 50.000 euros, mientras que los negocios más modestos podrían optar por aparecer en las mejillas (20.000 euros), la barbilla (5.000 euros), la nariz por 2.000 euros, o la opción más barata, en el maxilar inferior por 1.500. Algo parecido hizo hace tiempo Karolyne Smith, quien se tatuó el logotipo de GoldenPalace.com en la frente por 10.000 dólares.
El marketing “onlive”, la última tendencia
Por suerte (o por desgracia, según se mire), las nuevas formas de marketing de guerrilla no son tan radicales como las que plantean Troeschel o Karolyne Smith. Si tenemos en cuenta que recibimos al día una media de 3.000 impactos publicitarios, en los que se encuentra el móvil al levantarnos, los anuncios del periódico, las marquesinas, los carteles o la radio, hay que afirmar que nunca antes los anuncios nos habían rodeado tanto y nunca antes se había hecho más relevante ser notorio. De ahí que sea necesario algo que nos provoque.
“La creatividad está en la calle, en cada rincón de las ciudades encuentras claros ejemplos de personas que, por distintas razones, consiguen llamar tu atención con humor. Esto, trasladado a la publicidad, genera una manera cercana e impactante de aproximarse al público”, cuenta Sandra Jerez, creativa con experiencia en agencias como Contrapunto o La Chuice.
El soporte se amplía convirtiéndose las calles en el nuevo escenario donde lograr captar la atención del transeúnte. Es el denominado por Joan Alvares, experto en marketing y publicidad, como “Marketing onlife“. Son “acciones relevantes para las personas”. Es “publicidad viva, con sentimiento. No somos consumidores todo el tiempo de ahí que, en lugar de marcas que hablan a compradores, nos interesen personas hablando a personas. El diálogo es más fluido”.
El austero cartel del “compro oro” ha dejado su lugar a los disfraces, a los bailes y a la interacción, con unas pautas fijadas para provocar una reacción. El famoso “street marketing” abre sus puertas a la creatividad, con una inversión, por lo general, mínima, pero que causa un impacto increíble. En este punto están posicionándose estrategias como el flashmob, gracias a la irrupción de Internet, las redes sociales y los smartphones en nuestras vidas. De esta forma, esta estrategia ha creado una nueva manera de hacer publicidad, de crear marca y sorprender al consumidor. Ahora bien, ¿cómo se puede medir su efectividad?
Medir el impacto, ¿es una misión imposible?
Que este tipo de acciones, sin duda, tienen un gran impacto, no cabe duda. La dificultad aparece, eso sí, cuando queremos evaluar los resultados y, sobre todo, en torno a los métodos que se pueden utilizar para su análisis. ¿Cómo saber cuánta gente ha visto un flashmob, además de los asistentes al acto? ¿Cómo evaluamos cuántas personas han visto la publicidad que se haya tatuado Uwe Troeschel?
Es muy difícil controlar todo esto y hay múltiples formas de valorarlo. Tal y como señala Impacto MD, en casos como el Street Marketing, el mundo online nos abre un abanico de posibilidades, pues hacer uso de “las herramientas de medición relacionadas con el marketing online” nos permite, a posteriori, obtener datos cuantificables de la campaña que se ha realizado. ¿Crees que este tipo de acciones publicitarias son eficientes?
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