Los 6 estadios del delirio digital de los “marketeros”:
En la nueva era del marketing y la publicidad en la que todo está contaminado por los nuevos medios digitales, los delirios no sólo son aceptables, sino obligatorios.
Los medios digitales son los principales causantes y también los principales beneficiarios de los delirios “marketeros”. Tales delirios son movimientos cíclicos en los que se repiten una y otra vez las fases que desgrana a continuación Bob Hoffman en The Ad Contrarian:
1. Se reconoce el “milagro”
El milagro puede tomar la forma de cualquier medio digital, ya sea la publicidad display, YouTube, Twitter o Facebook. El caso es que ese “milagro” es algo que promete cambiar de arriba a abajo la industria del marketing y la publicidad, tanto que la prensa especializada no habla de otra cosa, e incluso la prensa generalista se suma a la histeria colectiva.
2. Se produce el gran éxito
Una marca tiene éxito en el medio digital del que todos hablan. Su triunfo copa titulares en los medios de todo el mundo y se convierte en protagonista de congresos, conferencias y seminarios. Es la “prueba” de que el milagro es real.
3. Surgen los expertos
Un puñado de avezados emprendedores comienza a recopilar clichés sobre el nuevo medio digital de moda y los da a conocer de conferencia en conferencia. A estos expertos pronto se suman otros, que comienzan a escribir artículos y libros que se convierten muy a menudo en “bestsellers”.
4. Todo el mundo quiere subirse al carro
Viendo los milagros que otras empresas son capaces de fabricar con los nuevos medios digitales, marcas de todos los tamaños y sectores comienzan a buscar desesperadamente a agencias y expertos que obren por ellas el milagro.
5. La realidad comienza a mostrar su rostro más feo
Pese a sus esfuerzos económicos y humanos, las marcas ven cómo el milagro digital que tan bien parece funcionar a otras compañías no es eficaz para ellas.
6. Comienza la huida en estampida
Tras la fiebre inicial, aquellos que más alentaron en su momento el milagro empiezan a mostrarse descreídos. Por su parte, los expertos comienzan a culpar a las víctimas, a las que echan en cara su excesiva credulidad.
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